En la encrucijada de la actividad física, dos perspectivas divergentes emergen al abordar la acción aparentemente simple de caminar. Por un lado, se encuentra la noción de "Caminar por caminar", una práctica que se ha reducido a un mero ejercicio físico destinado a quemar calorías, una fuga del aburrimiento y la soledad, una estrategia para "matar el tiempo" o, en muchos casos, un acto influenciado por las tendencias de moda. Este enfoque utilitario de caminar como una tarea física desprovista de significado trascendental presenta la actividad como un medio para un fin, enfocándose únicamente en los beneficios tangibles para el cuerpo y, a veces, como un paliativo temporal para las inclemencias de la vida cotidiana.

Contrapuesta a esta perspectiva, surge la filosofía de "Caminar Conscientemente". Aquí, caminar se convierte en una actividad que trasciende la mera función física y se transforma en un acto meditativo, una práctica que nos mantiene arraigados en el presente, en el Aquí y el Ahora. Esta visión eleva el acto de caminar a un nivel superior, donde se convierte en una fuente de enriquecimiento mental, psíquico y emocional. Caminar Conscientemente implica una atención plena al entorno que nos rodea, un despertar de la observación y la capacidad de asombro que a menudo se pierden en la vorágine de la vida moderna. Se convierte en una oportunidad para conectarnos con nuestro entorno, para apreciar los detalles aparentemente insignificantes que conforman el tejido de la experiencia humana.

En última instancia, la confrontación entre “Caminar por Caminar” y “Caminar Conscientemente” refleja la dicotomía entre una aproximación utilitaria y otra profundamente espiritual hacia una actividad aparentemente simple. ¿Es el acto de caminar un medio para un fin, una tarea rutinaria que simplemente sirve para pasar el tiempo, o es una puerta hacia la plenitud, la autoconexión y la riqueza interior? La elección entre estas perspectivas recae en la preferencia individual, pero la reflexión sobre la verdadera naturaleza de caminar invita a cuestionar si estamos simplemente moviéndonos a través del espacio o si estamos verdaderamente experimentando la maravilla de cada paso.

Senderismo de Observación y Sendero Interior...

El "Senderismo de Observación" y el "Sendero Interior" están estrechamente relacionados en su enfoque hacia la conexión con la naturaleza y el autodescubrimiento.

Senderismo de Observación: Se centra en la práctica de caminar por senderos naturales mientras se observa y se conecta con el entorno. Los practicantes de este tipo de senderismo buscan apreciar la belleza natural, observar la vida silvestre y sumergirse en la tranquilidad de la naturaleza. Es una oportunidad para desconectar del ajetreo diario y encontrar paz en el mundo natural.

Sendero Interior: Hace referencia al viaje personal de autodescubrimiento y crecimiento espiritual. Al igual que el Senderismo de Observación, el "Sendero Interior" implica un viaje, pero en este caso, el viaje es interno. Se trata de explorar los paisajes emocionales y mentales de uno mismo, buscando la armonía, la comprensión y el equilibrio interior.

La relación entre ambos conceptos radica en la idea de que al caminar por senderos naturales y observar el mundo que nos rodea, también podemos emprender un viaje interior, conectándonos con nuestro ser más profundo. El Senderismo de Observación puede servir como una puerta de entrada para explorar nuestro "sendero interior", ya que la paz y la serenidad encontradas en la naturaleza a menudo facilitan la reflexión y la introspección. En resumen, el "Senderismo de Observación" puede ser un medio para iniciar el viaje por el "Sendero Interior", permitiendo a quienes lo practican encontrar un equilibrio entre la conexión con el mundo natural y la exploración de su mundo interior. ©José Eduardo Pedraza. 2023.





José Eduardo Pedraza.
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